20 de abril de 2024

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Los efectos del trabajo nocturno

Estudios realizados recientemente han aportado más evidencia sobre la teoría que el trabajo nocturno puede predisponer nuestro cuerpo a padecer más enfermedades. La Agencia Francesa de Seguridad de la Alimentación, el Medio Ambiente y el Trabajo (ANSES) lo relaciona con trastornos del sueño, hipertensión, obesidad…  Aunque hay que ser cauto en estos temas, incluso habla de que la nocturnicidad pueda tener un “probable impacto” en la aparición del cáncer.

Pero no son los primeros en insinuar esta relación. En 2007 el IARC manifestó la misma preocupación. Comparan el probable efecto cancerígeno de este agente con el de la radiación ultravioleta o los gases y micro-partículas generados por motores diésel. También cabe señalar que el 19% de los trabajadores europeos desarrollan su actividad en horario nocturno. Y, a nivel más local, numerosos estudios apuntan que en España dormimos poco y con poca calidad de sueño, también debido a nuestros hábitos de ocio y al propio horario de trabajo.

Más riesgos para la noche

Parece ser que la costumbre de realizar actividades por la noche y dormir durante el día es lo que se convierte en un factor peligroso. Por ejemplo, en 1987 el epidemiólogo de cáncer, Richard Stevens, realizó una ponencia sugiriendo un vínculo entre la luz en la noche y el cáncer de mama. En ella alegaba que la melatonina (hormona que impide la creación de tumores) se produce normalmente cuando dormimos por la noche. Al interrumpir este proceso se puede debilitar nuestro sistema inmunitario y de defensas. Otra evidencia es que el cáncer de mama aumentó repentinamente junto con el auge de las sociedades industrializadas y con la intensificación del trabajo a turnos en mujeres. De hecho, según el Instituto Nacional de la Salud y la Investigación Médica de Francia (Inserm), las mujeres que trabajan de noche aumentan sus posibilidades de padecer la enfermedad en un 30%.

Nuestro cuerpo es sensible a interrumpir el llamado ritmo circadiano de actividad-reposo. Éste funciona como un reloj biológico que sigue el ciclo: día = estar despierto / noche = dormir. Se realizó incluso algún experimento en el que personas colocadas en ambientes cerrados, durante meses, sin relojes ni contacto con el exterior (o sea sin saber cuándo tocaba dormir por costumbre social) continuaban realizando actividades durante el día y durmiendo por la noche. De ellos se desprendió la creencia de que es lo natural para las personas seguir este ritmo.

Reivindicaciones relacionadas

En varias ocasiones hemos intentado concienciar en este blog sobre los efectos que conllevan tanto el trabajo nocturno como la turnicidad, a la vez que hecho difusión de otras campañas en marcha, que advierten sobre este problema y proponen medidas de corrección. Una de ellas es la visión sindical al respecto, que aboga por abandonar el sistema de primas, sustituyéndolo por un aumento de las pausas y del tiempo de descanso, una reducción de la edad necesaria para la jubilación y una mejora de las condiciones generales en que se realiza el trabajo.

De hecho, podéis ver una selección de las principales propuestas de INSHT, OIT e Istas (CCOO) para mejorar la calidad de vida de los trabajadores a turnos, en el artículo que elaboramos el pasado mes de mayo: “Trabajo a turnos, riesgo continuo”.

Fuente: proteccion-laboral.com

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