29 de marzo de 2024

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Chile y la cultura de la prevención

El primer concepto básico es el que se formuló en una Conferencia Internacional del Trabajo que la definió como «una cultura de prevención en materia de seguridad y salud a nivel nacional».
Según las Conclusiones:

“Una cultura nacional de prevención en materia de seguridad y salud en el trabajo implica el respeto del derecho a gozar de un medio ambiente de trabajo seguro y saludable a todos los niveles; la participación activa de los gobiernos, los empleadores y los trabajadores para asegurar un medio ambiente de trabajo seguro y saludable a través de un sistema de derechos, responsabilidades y deberes definidos, y la atribución de la máxima prioridad al principio de la prevención. A fin de instaurar y mantener una cultura de prevención en materia de seguridad y salud se han de emplear todos los medios disponibles para aumentar la sensibilización, el conocimiento y la comprensión general respecto de los conceptos de peligro y riesgo, así como de la manera de prevenirlos y controlarlos. Tal cultura de la seguridad se compone, por lo tanto, de diferentes elementos, entre los cuales la prevención es el esencial.”

Las expresiones: «cultura de la seguridad» y «cultura de la prevención», así como otras variantes, se han utilizado en numerosos países como un componente importante marco de promoción en el ámbito de la seguridad y la salud en el trabajo.

La cultura de la seguridad se ha estimado como: «el conjunto de características y actitudes en las organizaciones e individuos que aseguren que, como prioridad esencial, las cuestiones de seguridad de las centrales nucleares reciban la atención que merecen en razón de su significación».

Según otra definición, formulada por la Comisión de Salud y Seguridad del Reino Unido en 1993, que nos gusta por su claridad y factores componentes dice:

«la cultura de la seguridad de una organización es el fruto de valores, actitudes, percepciones, conocimientos y pautas de comportamiento, tanto individuales como de grupo, que determinan el compromiso con respecto a la gestión de la salud y la seguridad de una organización, así como la idoneidad de esa gestión».

Los valores a que se refiere son claramente los propios de toda nación civilizada: proteger a sus miembros en especial a sus trabajadores. Las actitudes son pues, la concepción de cómo debemos realizar las labores productivas en función a los valores de protección y cuidado del otro que se encuentra bajo nuestro cuidado. El conocimiento es fundamental tanto desde el orden técnico como del legal y se requiere para que cada cual asuma su propia responsabilidad en los hechos.

También se han propuesto otras numerosas definiciones de la cultura de la seguridad que hacen hincapié en las actitudes, creencias, percepciones y comportamientos de una empresa o de la sociedad en general. Por ejemplo, según una reciente publicación del Gobierno de Nueva Zelandia, una cultura positiva de la seguridad es «un conjunto compartido de creencias, actitudes, valores y comportamientos que contribuyen a la prevención de lesiones».

Estas definiciones entregadas por la O.I.T., vienen a avalar lo expresado en cuanto:

Primero, se trata de un esfuerzo conjunto del que no pueden escapar los elementos involucrados para asegurar el éxito de la “Cultura Prevencionista”.

Segundo, se pone énfasis en que se trata de un asunto de cultura, hábitos y costumbres, todos ellos elementos de carácter ético, de acciones positivas u omisiones conscientes destinados al cuidado del otro y que se expresa en una política con resultados cero lesiones.

Deducimos que negar la Cultura preventiva como una herramienta país para salvar las graves consecuencias de los siniestros laborales no es lógico, por decir lo menos. Hay quienes tratan de copiar mecanicamente procedimientos y fórmulas (como si existieran) sacadas de honorables doctores de altos centros de estudio, como si fueran una especie de sortilegio que va a dar una solución al problema.

Creemos, lo contrario, que cada país, incluso cada empresa, tiene elementos y factores que le son propios y el analista solo debe atenerse a ellos y no extraer experiencias o enseñanzas foráneas y vederlas como la panacea del asunto. Ello, hace perder seriedad al intento de crear unadoctrina propia, conforme a la idiosincracia de nuestra gente y de nuestros gerentes.

En Chile, hemos entendido que uno de los factores mas negativos a todo nivel es la educación en seguridad. Pero, no solo en seguridad, también en responsabilidad personal y profesional, por ello salta como una necesidad urgente dar una formación adecuada a toda nuestra gente en estas materias. Creemos que aprovechando la infraestructura edcacional, bastaría una modificación simple a las mallas de estudio, integrando estos conocimientos, para que en pocos años tuvieramos u eecto positivo en Prevención de Riesgos.

Pero, lo importante son dos cosas:

1.- Tener la mente abierta a la Cultura Preventiva

2.- Actuar en consecuencia teniendo como referente al país y no a nosostros mismos, pues, nuestra trascendencia es leve y esfímera.

La de nuestro país es milenaria. Entonces, no despreciemos la Cultura Preventiva, ni seamos cortoplacistas en las soluciones. Nuestra visión esta por el interes de nuestra nación y la vida de esta es muy larga.

Prof. Manuel Muñoz A.
UT.FSM – Concepción

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